¿De dónde irá a salir ahora  el dinero de la cultura? Pues habrá que pasar la gorra, como siempre. Las diferencias están en si la gorra se pasa entre los contribuyentes, los asistentes y usuarios o los mecenas. La mentalidad tecnócrata dominante receta un reparto sostenible, apoyado en un mayor control y ajustes de los costes, más un plegamiento lo mayor posible a la oferta y gustos y demandas mayoritarios.

¿Y el arte, la creación y la innovación donde quedan? Pues habrá que aplicarlos al hambre. A construir sueños realizables que nos saquen de él y la miseria. Malos tiempos para lírica cuando resulta que eres cigarra.

De todas formas no creo que se haya derrochado especialmente en el dinero destinado a la cultura. Las cantidades con que se ha contado siguen siendo ridículas si las  comparamos con otras instancias (qué decir del futbol). Por supuesto me refiero a la cultura efectiva, no a los proyectos megalómanos que en realidad conectan con intereses especulativos o, mal llamados, políticos. Ojalá todo esto pase a formar parte ya del pasado.

Aunque se nos ofrece una oportunidad de regeneración, no podemos caer en la tentación de dar por muerta a la estéril  mercantilización de la cultura. Y, por favor, no confundidla con el que trabajemos y vivamos de ella.

Repitámoslo cuantas veces sea necesario: la cultura no es una mercancía, es inútil incitar a un consumo cultural masivo. La cultura son experiencias únicas, que comprometen por igual a todo el que, de una manera u otra, participa.

Joaquín Medina es gestor cultural y gerente de Conexión Cultura. Ha colaborado y participado en  proyectos culturales vinculados a las artes escénicas, la literatura, la intervención artística en espacios y entornos   y la difusión cultural de proximidad dirigida a  colectivos y ciudadanos.